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Carrera de Ingeniería Ambiental de la UV en estado de alerta por cultivos de alimentos transgénicos

27 Agosto 2010

En el territorio nacional existen 25 mil hectáreas de cultivos de este tipo, entre las cuales se cuenta Quillota.

Un llamado de atención respecto de la situación de los alimentos transgénicos en Chile, su regulación y patentamiento, y los efectos que pueden tener sobre la población y el ambiente, formuló en la Universidad de Valparaíso el ingeniero agrónomo Freddy Cortez. El especialista fue invitado por la carrera de Ingeniería Ambiental a dictar la conferencia “Transgénicos y patentes vegetales: ¿solución o un peligro latente?”.

Según explicó el profesional, en la actualidad se está tramitando en la Comisión de Agricultura del Senado el proyecto de ley “Derechos de obtentores vegetales” o Ley de Patentes Vegetales (boletín 6355-1), que apunta a resguardar los derechos intelectuales sobre la autoría de los vegetales genéticamente modificados (VGM) en beneficio de las empresas que los elaboren. De aprobarse esta ley, toda especie vegetal considerada nueva por dichas empresas podrá ser patentada y, por ende, privatizada. “Aquellas especies vegetales, antiguas y ancestrales, como por ejemplo el maíz y la papa, sobre la base de su naturaleza única, podrían ser patentadas como propiedad privada y, de ser así, habría que pagar para cultivarlas. En otras palabras, este proyecto significa la privatización de la fuente base de la alimentación: la semilla”.

Presencia de transnacionales

Cortez señaló que paralelamente se está tramitando el proyecto de Ley de Bioseguridad de Vegetales Genéticamente Modificados, junto con la reestructuración a la Ley de Medio Ambiente (20.417), que en su conjunto asegurarán la liberación de los transgénicos en el mercado comercial en Chile. Precisó que los VGM serán destinados tanto para la producción de alimentos humanos y animales como para fármacos. “Con esto estamos abriendo las puertas a las transnacionales líderes en biotecnología y farmacéutica, como por ejemplo Bayer, como asimismo a una de las empresas líderes en biotecnología a nivel mundial como la transnacional Monsanto, de capitales norteamericanos”. La citada transnacional ha creado cultivos transgénicos resistentes a un agropesticida llamado glifosato, que comercialmente es vendido como Roundup, el cual es nocivo para la salud y tiene un serio impacto ambiental sobre la fauna endémica, pero que en Chile es considerado “no perjudicial”.

El ingeniero agrónomo profundizó el tema abordando consideraciones, consecuencias y problemáticas sociales ligadas al cultivo de vegetales genéticamente modificados. Criticó asimismo que el tema de la alimentación transgénica en Chile está ausente de los medios de comunicación. “Debemos observar que el mundo transgénico ha sido planteado como una solución a la hambruna, y este discurso está siendo usado hoy por influyentes transnacionales alrededor del mundo”, indicó. Citó los casos de México, Perú y Bolivia, cultivadores ancestrales del maíz y la papa, que para ellos tiene un carácter sagrado pero para las transnacionales tiene sólo importancia política y económica. Advirtió que la merma de la producción del maíz en el mundo es severa debido a la introducción del universo transgénico.

La “Bóveda del fin del mundo”

Otro de los temas abordados por el expositor fue la denominada “Bóveda del fin del mundo”, o “Svalbard Internacional Seed Vault” (SISV), que pretende recopilar los millones de semillas que existen en el planeta: “Millones de semillas del mundo se guardarán en esta bóveda, lo que constituye hoy un peligro para la soberanía alimentaria porque vulnera el derecho universal de los pueblos del mundo a cultivar lo que ellos necesitan para su alimentación”, destacó.

En la charla, Freddy Cortez solicitó, entre otras demandas, el rotulado obligatorio de los alimentos provenientes de otros países y que contengan algún ingrediente de origen transgénico, como por ejemplo la lecitina de soya. Esto en el marco del derecho a exigir legítimas normativas para la efectiva protección de la soberanía alimentaria, de las semillas criollas, naturales u orgánicas, y de los cultivos ancestrales libres de todo tipo de patentes para la propiedad intelectual de dichas variedades.

Freddy Cortez invitó a informarse sobre el tema latente en Chile y a exigir políticas públicas destinadas a fomentar la producción y el consumo de alimentos provenientes de sistemas agroecológicos, libres de pesticidas u otros residuos dañinos para la salud o el ambiente.