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Académicos de la UV entregan informe para plantear la mejor forma de volver a construir en Juan Fernández

07 Abril 2010

La evidencia histórica sugiere que el archipiélago no está libre de ser afectado por tsunamis en el futuro, de modo que es indispensable rediseñar el poblado. El ingeniero Patricio Winckler dio detalles del informe que ya fue entregado al municipio local.

A fin de plantear la reconstrucción del asentamiento arrasado por el mar el 27 de febrero pasado, un equipo de la carrera de Ingeniería Civil Oceánica de la UV elaboró el informe “Evaluación del tsunami en poblado de San Juan Bautista, isla Robinson Crusoe, archipiélago Juan Fernández”. El documento, que ya fue enviado a las autoridades de la isla y al municipio de Lo Barnechea, tiene el objetivo de proponer modificaciones al Plan Regulador, de modo que la ocurrencia de fenómenos similares en el futuro no cobre un saldo tan elevado: doce muertos y 26 desaparecidos, además de la destrucción de 160 edificaciones, incluyendo la escuela, el museo, la biblioteca, la Municipalidad y la Gobernación Marítima.

El académico Patricio Winckler, de la carrera de Ingeniería Civil Oceánica de la Universidad de Valparaíso, expuso este miércoles un resumen del informe, destacando una serie de recomendaciones para la reconstrucción. Esto es especialmente relevante cuando se considera que “hay bastantes tsunamis históricos que han afectado a la zona baja de la isla; estamos hablando de 1751, 1835, 1922 y ahora 2010. Hay que pensar que este terremoto se generó al sur de la isla, y que el poblado de San Juan Bautista queda mirando hacia el norte, de modo que estaba protegido del impacto de la ola; entonces, si hay por ejemplo un terremoto generado en la zona norte de Chile, puede llegar con una energía importante a la isla y eventualmente causar una mayor inundación”.

Replanteamiento del Plan Regulador

Explicó Patricio Winckler que “en general, el tsunami demoró en llegar, en el borde costero continental, unos 20 a 25 minutos, y algunas ondas llegaron incluso antes. En cambio, en el archipiélago Juan Fernández, en el caso particular de San Juan Bautista, se demoró 49 minutos en llegar. Las máximas cotas de inundación que nosotros medimos en la isla son del orden de 20 metros, lo que denota la capacidad destructiva del flujo”.

Lo anterior implicó que “todo lo que está bajo los 20 metros de cota, en San Juan Bautista, está prácticamente arrasado, salvo algunas pequeñas edificaciones. El tema es que hay un Plan Regulador que está en borrador, en proceso de tramitación, y creo que es una muy buena oportunidad para replantearlo, para pensarlo de nuevo, y ver si es que efectivamente se pueden hacer algunas modificaciones. Ahora, nosotros como universidad no tenemos mucha injerencia en la definición de las zonas de riesgo, eso es más de orden político, pero creo que la información que estamos generando ahora puede servir para ese tipo de definiciones”.

En cuanto a las recomendaciones que apunta el informe de los ingenieros, Winckler destacó lo siguiente: “Definir algún tipo de uso blando para la zona inundable, y tratar de evitar todo lo que sea instalación de carabineros, posta, colegio, jardines infantiles, en las zonas bajas. Ahí lo que hay que hacer es definir la vulnerabilidad de determinado tipo de asentamiento, para ver cuáles ubicamos en las zonas vulnerables y cuáles no. También está la posibilidad, por ejemplo, de poner arboledas de protección, que incluso van restándole energía al flujo, y algunas otras soluciones, que están especificadas en el documento que nosotros entregamos a la Municipalidad”.

Dichas recomendaciones son las siguientes: evaluar el riesgo de tsunamis; considerar criterios de tsunami en instalaciones costeras; incorporar el riesgo de tsunamis en la planificación urbana; implementar un plan de evacuación; implementar un plan de educación, y recuperar la memoria histórica del archipiélago.

Las autoridades de la Universidad de Valparaíso hicieron llegar el informe a la Municipalidad de Juan Fernández, y el documento va a ser de dominio público. Al respecto, indicó Patricio Winckler: “Nuestro interés es que este tipo de cosas sean conocidas, porque en el fondo son en beneficio de toda la sociedad”.

Un nuevo equipo de profesionales partió este miércoles nuevamente a la isla, para seguir recopilando antecedentes. El trabajo continúa con “la parte más sustanciosa —afirmó Patricio Winckler—, que es la generación de modelos numéricos que nos van a permitir evaluar hasta dónde se inunda en escenarios hipotéticos. Eso se va a demorar, porque es trabajo de ingeniería dura, pero pretendemos que en un plazo de cuatro meses esté terminado”.